Por tanto de la actitud y la aptitud del camarero depende la imagen que el cliente se va a llevar del establecimiento, del sector e incluso de la región. Un buen camarero no solo se dedica a despachar, sino que aconseja, vende, empatiza con la clientela y es la mejor publicidad que se puede hacer un negocio siendo prácticamente un embajador del mismo.
Por tanto debe ser responsabilidad del empresario formar constantemente al personal de su establecimiento y no dar por sentado los conocimientos de todos sus empleados, de esta forma conseguirá hacer de cada uno de sus empleados un buen profesional.
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